Vivimos rodeados de ellos. De silencios elocuentes.
Vivimos también rodeados de ruido. Pero es lo que tiene el ruido; que no es nada más que ruido.
Escribir -decía Marguerite Duras- también es no hablar. Es callarse. Es aullar sin ruido.
Los eloquentes si hablan… Esos silencios cuyas palabras arden y bailan delante de mis ojos.
He visto una loma verde y una nube blanca. Entre silencio y silencio.
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